martes, 22 de diciembre de 2015

aquella persistente desviación hacia la muerte




mi nonna murió físicamente el 23 de julio de 2014. yo estaba en Zaruma en un rodaje y viajé cuatro o cinco horas llorando al lado de un chofer de camioneta del rodaje. paramos a comprar algo de comer en algún momento, oreos o algo.

no recuerdo mucho, detalles solamente. llegué cuando mis padres volvían de la sala de velaciones luego de haber estado todo el día. me dio miedo entrar a la casa vacía de mi nonna, así que no entré.

al día siguiente cuando llegamos a la sala de velaciones, vi que en la funeraria le habían pintado los labios con un lápiz rojo coral encendido, que mi nonna nunca se habría puesto voluntariamente.

el sacerdote, rent-a-priest de funeraria, habló sobre lo devota que era (solo la vi en misa en navidades y primeras comuniones) y que era viuda (legalmente, sí, era cierto, nunca se divorció de mi nonno - tema al que puedo entrar en detalles en otro momento pues tenemos dudas legales sobre el matrimonio también - espiritual y físicamente, estaban separados desde antes de que yo naciera y no es que le tuviera mucho cariño) y que se iba a encontrar con su esposo Giovanni en el cielo (estoy segura de que este plan no le parecía tan interesante a mi nonna). básicamente, el sacerdote generó una ficción a partir de actas de bautizo, matrimonio y defunción.

yo lloré, me reí de lo que el sacerdote decía durante la ceremonia, y volví a trabajar al día siguiente.

no puedo decir que no sentí tristeza, sí la sentí y debo admitir que siento siempre la compulsión de pasar por casa de mi nonna cada vez que visito a mis padres. pero también es cierto que yo sentí que a mi nonna la habíamos perdido mucho antes, gradualmente, mientras se la tragaba aquel monstruo de apellido Alzheimer.

del Alzheimer no sé qué decir ni por donde comenzar. en alguno de sus multiples viajes, unos quince años antes, mi nonna volvió contando historias extrañas de migración y de cuartos pequeños en los aeropuertos. pensamos, 'quizás no es muy buena idea que mi nonna siga viajando sola'.

poco después, se olvidó de tomar sus medicinas, cosa que antes hacía regularmente sin que nadie la obligara. por alguna razón, se me ocurrió que si tan solo le hacía un calendario con las medicinas y se las ponía en una cajita con los días de la semana, todo mejoraría. no entendía que ella no entendía ya lo que era un lunes.

poco a poco, las señales. alguien dijo alguna vez que después de que mi nonna se rodó las escaleras en el correo ya nunca más pudo coger bus, nunca nada fue igual. no recuerdo dónde entra esta anécdota en las remembranzas.

recuerdo que una vez cogió todos los platos que tenía colgados en la pared, su colección, sus platos con cuentos de princesas y ladrones, con frases en genovés y paisajes holandeses, y los escondió todos en el baúl para que no le robemos. comenzó a ver niños pequeños y bebés en los sillones. pedía que la lleváramos a su casa, y describía una casa en una loma, en otro país y en otro tiempo. una vez vio a su propia madre en el sillón de la casa.

comenzó a comer cosas dulces con más gusto, particularmente el helado.

hizo una regresión, de hablar mucho pero sin sentido, de desvariar y gritar, a hablar una combinación extraña entre el español y el italiano que la acompañaron toda la vida, a luego no decir nada.

a mí me olvidó.

no sé exactamente cuando dejé de ir al lado, a donde mi nonna, tan seguido. creo que como fui la que más tiempo pasó con ella (su favorita, según mi mami), con la que más planes hizo, no podía verla en el estado en el que estaba. y en medio de su enfermedad me fui tres años a estudiar fuera. cada vez que volvía en las vacaciones, me decía algo menos, hasta que ya no me decía nada.

reaccionaba al frío. a veces me enfriaba las manos en la jarra de agua para que cuando la tocara dijera "qué frío".

sentí un poco que no estaba ahí hace tanto tiempo que no debía sentir tristeza por una partida corpórea redundante. pero igual el vacío se hizo más grande.

mi nonna alguna vez dijo querer que la cremen. otra vez dijo que querría estar en el Cementerio General. pero como en la muerte hay cosas que deciden los parientes y la plata, está en el Parques de la Paz, enterrada con caja en nicho. la gente de Parques de la Paz escribió su nombre mal en la lápida y terminando el entierro pasamos por la oficina a pedir que arreglen y luego nos fuimos a comer.

no sé si podría volver encontrar su tumba sin ayuda.

unas semanas después, terminado el rodaje, volví a Guayaquil. mi mamá había empezado la misión titánica de empacar, vaciar, regalar, botar y en general deconstruir la vida de mi nonna en fragmentos físicos. encontrar las cuentas, las joyas, las cosas que escondió en medio de la demencia, los benditos platos. mi hermana y yo la comenzamos a ayudar. hubo risas. encontramos un lienzo, o lino, que fuimos abriendo, intrigadas. mi madre dijo, "eso boten, era mi uniforme de karate." mi madre, señoras y señores, había hecho karate.

mi nonna fue una migrante. nació en Chile de padres italianos y en algún momento sus problemas circulación la llevaron a buscar un clima más cálido. pasó por Panamá, lugar que alguna vez describió como invivible. se asentó en Guayaquil, sin aire acondicionado, en los 70. no quiero saber qué tanto calor hacía en Ciudad de Panamá.

trajo consigo otro idioma, libros y recuerdos, pasaportes. aquí tuvo cédulas, censos, visas, permiso de trabajo, cuentas de banco. trabajos, profesora de italiano, recepcionista de centro médico, switcher telefónico en la recepción. tuvo dos hijas, una murió. tuvo un esposo del que se separó. escribía cartas: a una chica a la que crió que le decía Mami, y a quien nosotros llamamos tía, a sus sobrinas en Italia, a los "tíos del gato" en Chile.

durante los últimos años de su vida, la casa de mi nonna pasó por las manos de varias mujeres importantes que la ayudaron a comer, a mantener la casa, a ir al baño. cada una de ellas "ordenó" la casa de mi nonna a su agrado, reorganizó adornos aprovechando que mi nonna no recordaba qué era qué. pero había ciertas cosas, papeles, documentos, que nadie nunca tocó.

una noche, una funda de basura, mi mami y yo, nos sumergimos en el abismo de los papeles olvidados.

primero fuimos por los documentos. actas de matrimonio de mi nonna y mi nonno en Panamá, que detallaban lo extraño y turbio de su historia (motivo para otro post, sin duda), actas de venta de departamentos, cuentas. todo lo que ya no servía iba a la funda. luego las cartas... había cartas a medio escribir. había una carta que parecía una declaración de amor. otra que se cortaba, las letras cayendo hacia los lados de la página. ya no había las líneas rectas de las cartas que la vi escribir toda su vida. estas cartas denotaban confusión. escribía para una persona específica, pero desde las profundidades de una persona que no sabía quién era ni donde estaba. la perseguían. estaba sola. volaba de una frase a la siguiente con temor, intentando asir las palabras antes de que se le escaparan.

una carta estaba rota, partida en dos, a mano, no cortada.

y luego, en medio de todo, papeles médicos. los papeles de la muerte de mi tía Gianinna.

la historia es la siguiente, para quienes me conocen un poco, saben que no tengo tíos. la mayoría tiene una idea de que alguna vez los tuve.

mi mami tenía una hermana que se llamaba Giovanna. le decían Giannina. cuando tenía trece o catorce años, tuvo una tos muy rara. la llevaron a la clínica a hacerse unos exámenes. nunca salió. le hicieron pruebas y recetaban cosas pero no daban con la causa. en la autopsia descubrieron que había tenido Linfoma de Hodgkins, un cáncer que ataca glándulas.

cuando yo era pequeña, esta historia se absorbió por partes. mi nonna le tenía terror a que tosamos. y decía que fumar era malo para la salud. que daba cáncer. mi tía había muerto de cáncer. si yo sobrevivía los trece años, igual podría morir de cáncer si fumaba. nada de esto estaba relacionado.

nunca he tocado un cigarrillo en mi vida.

mi tía nunca fumó.

en un cajón del velador de mi nonna había un sobre manila. dentro estaba la historia de esas dos semanas de mi tía Giannina, en recetas médicas y radiografías, exámenes de sangre y diagnósticos. la mayor parte de los papeles estaba roto, partido por la mitad.

imagino lo siguiente:

eres una mujer de 85 años. la memoria no es lo que era antes. no sabes que año es. no sabes dónde estás. vives en una casa que no recuerdas rodeada de gente que no conoces. todos los días te visita una mujer con una nariz como la tuya, excepto que ya no te ves al espejo y no sabes cómo es tu propia nariz. te dice mami, debe ser tu hija.

pero a veces recuerdas que tuviste otra hija. quizás a veces crees que todavía la tienes. y ves estos papeles. y si los pones uno al lado del otro, estos papeles te quitan a tu hija una y otra vez. los rompes con rabia, una vez más no pudiste hacer nada. pero los guardas para no olvidar.

esto pasa durante meses, hasta que te olvidas de lo que es leer, de las palabras, del idioma, de lo mucho que te gustaba rellenar el año viejo, única tradición de este país ajeno a la que te adheriste completamente. olvidas los papeles rotos en el fondo de un cajón. poco a poco dejas de ser tú, dejas de enojarte de que te cambian las cosas de lugar y dejas de quejarte de que no estás en tu casa. y te comienza a gustar el helado de vainilla porque es dulce y desapareces de ti misma.

quiero pensar que en algún momento dejas de estar. porque la alternativa es peor. porque si siempre estás poniendo un papel al lado del otro y viendo morir a la hija que no sabías con certeza que estaba muerta, eso es el infierno.

y nadie se merece ese infierno.

hace unos ocho años acompañé a una amiga que enterraba a su tía.  a lo que salíamos del Cementerio General, encontré el nicho de mi tía Giannina. nunca lo había visto antes. mi tía Giannina era un tema del que se hablaba poco. se decían cosas como que una hermana mía se parecía a ella, o que ese tocadiscos era de ella, o esa es ella en las fotos. también decía mi nonna que luego de que Giannina murió, mi nonno no fue nunca el mismo.

el nicho estaba un poco sucio, pero aún se leía bien el nombre. ya mi nonna hace años que no salía sola de la casa, hace años que no visitaba a mi tía, hace años que nadie limpiaba la tumba.

no sé si podría volver a encontrarla.

tal vez uno se lleva a la tumba sus propios muertos.

aunque hay noches como esta, en las que me acuerdo de ella y de sus papeles y de sus muertos. y quizás los llevo conmigo yo también.





2 comentarios:

Denise Nader dijo...

Hermoso tu texto, Rena 💔

Antonieta dijo...

Qué bello Re! Gracias por compartir tu historia.