lo que tenía lo puse sobre la mesa.
era poco: un llavero, polvo, unas monedas, un caracol. una ofrenda floral, los restos de un papel tisú, vestigios de chocolate en aluminio. una pelusa muy pequeña, muy blanca.
con los bolsillos vacíos me acerqué a él.
él retrocedió.
deje salir entonces todas las palabras que tenía. una por una, lentamente. luego todas a la vez, sonidos guturales que me acercaban a mis ancestros.
con la boca vacía me acerqué a él.
se dio media vuelta y se alejó.
con las manos atadas corro tras él, pero él siempre fue más rápido.
así que le ruego a su sombra que lo detenga.
solo necesito un minuto.
solo quiero despedirme.
Papaya de Celaya (en 8 bocados)
Hace 2 años
1 comentario:
Si se alejó sin decir nada después de todas las palabras que le dijiste ¿para qué querés que se detenga?, dejalo, que siga corriendo infinitamente...
Saludos desde Córdoba, Argentina
Publicar un comentario