Yo también nací en este lugar mágico en el que los reptiles saltan de árbol en árbol y la gente desaparece sin rastro. Cuando era pequeña intentaba imaginar el lugar donde iban a dar todas esas personas que dejaban de estar, los de los pupitres vacíos y las casas selladas.
Casi los podía ver, juntos, limpiando las ventanas de sus castillos y podando el césped. Se habían adoptado unos a otros, los niños sin padres vivían con los padres sin hijos. Había una iglesia donde estaban todos los sacerdotes que habían dejado de estar, y se turnaban para dar misa, una línea para cada uno. Sabía que eran felices.
Ayer el mundo se abrió y encontraron otra fosa común.
Pero todavía hay iguanas en los árboles de mi patio.
Papaya de Celaya (en 8 bocados)
Hace 2 años
1 comentario:
Todo sigue a pesar de nuestro imaginario, todo sigue y sigue siendo maravilloso hacer teorías de lo que observamos, cuando la teoría es consistente también es otra forma de irnos haciendo adultos.
lindo texto!
Publicar un comentario